Olvidar

Duele al comprobar que la camisa que dejaste guardada en mi armario ha perdido su olor, tu olor.

Duele más porque eso significa que ha pasado tiempo sufiente desde que te fuiste, tanto que ya no puedo abrazarme a ella para recordar tu aroma. Está arrugada, empañada con alguna que otra lágrima.

No sé si usarla para no extrañarte, dejarla en el mismo lugar por si acaso vuelves o guardarla en el fondo del cajón como un lamento perdido.

Dime qué hacer, porque lo único que me provoca es un grito sordo de auxilio, necesidad de verte, y lo que es peor, una lágrima agridulce que se debate en la fina linea de recordar o intentar (sin éxito) olvidar.

Deja un comentario